Blancos acantilados de arcilla y bosques forman el paisaje que encontramos en la zona sur de Corfú, conocida como Asprokavos (Cabo Blanco). Prácticamente inhabitada, pero muy cerca del popular centro turístico de Kavos, todavía conserva los restos de un antiguo monasterio construido en la cima de las colinas entre bosques de cipreses, madroños y olivos. Su campanario hizo el papel de torre de vigilancia para la protección y defensa del paraje, y actualmente todavía puede visitarse.
Si descendemos con precaución llegaremos a la playa de Arkoudilas. Su nombre en griego significa "zona de osos", que se refiere a una variedad de árboles que solía encontrarse allí, así que no te preocupes por la fauna local: todos los animales que encontrarás no serán más grandes que hurones, erizos, lagartos, o Caretta caretta, también llamadas tortugas bobas, que suelen anidar y desovar en esta tranquila playa de arena dorada y en otras áreas de la costa oeste. ¡Tened cuidado de no pisar uno de sus nidos durante el verano!
¿Cómo llegar? Si venís desde la ciudad, debéis conducir hacia el sur dirección Kavos y girar a la derecha en el cruce de Paleochori. Atravesando el pueblo encontraréis la primera playa, Agios Spiridon, donde hay un pequeño café-restaurante, y playa organizada. Siguiendo unos diez minutos más por una pista de cemento con algunas piedras, pasando un pequeño puerto de pescadores, llegaréis a vuestro destino. Una vez allí solo queda caminar unos metros y elegir vuestro espacio en la arena desierta.
La primera vez que la visitamos, nada más llegar me sorprendieron la paz, la serenidad y el silencio que se respiraban, y sentí que era el primer ser humano en pisar ese lugar. La panorámica se completaba hacia el sudeste con la imagen hipnótica de la isla de Paxos, que nos contemplaba desde la distancia. La arena dorada parecía fundirse con miles de pequeños guijarros en la orilla, donde las aguas cristalinas acariciaban suavemente mis pies. Decenas de intrépidos pececillos nadaban a mi alrededor y, aguzando un poco la vista, pude ver algunos peces voladores a pocos metros. Habíamos planeado pasar allí la noche y la experiencia fue absolutamente maravillosa: la magia de las luces del atardecer, la lluvia de estrellas y los primeros rayos del sol brillando en la superficie del mar quedarán para siempre en nuestras retinas.
Poco más que añadir, tan solo un consejo: cuando decidáis visitar la playa de Arkoudilas no olvidéis traer provisiones -agua embotellada, comida, sombra, protector solar ...-, ya que el chiringuito más cercano está a quince minutos en coche. Pero vale la pena: aquí os sentiréis completamente libres y relajados, ¡y no necesitaréis nada más que una buena sombrilla!
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